Familia

Cuando dos inmaduros se casan

Nunca hemos visto tantos fracasos amorosos como en nuestros días; a nivel mundial, uno de cada tres matrimonios se rompe. En el origen tal vez se encuentra esta crisis antropológica de la que hablan tantos autores y que de manera particular puntualiza así el Psiquiatra Enrique Rojas:

“La crisis del humanismo occidental es grave y tiene un termómetro bastante certero: cierta socialización de la inmadurez. Cada vez observamos más gente que no sabe a dónde va, que vive trasegando tópicos sin objetivos que merezcan la pena, y que es llevada por esos nuevos aires que soplan hoy hacia acá y mañana hacia allá”.

Para que un matrimonio funcione, debe haber madurez de parte de ambos, o al menos crecimiento personal hacia esta madurez. Amar no es solamente sentir amor, sino darse uno mismo, querer el bien de la otra persona, satisfacerla; pero, sin duda alguna, también es pedir, saber solicitar lo que uno necesita. Por ello, en la pareja ambas partes deben esforzarse y luchar para impedir que el amor se apague. Cada matrimonio debe comenzar por planear y tener un proyecto de vida muy claro. Responderse preguntas como: ¿Qué es lo que queremos lograr juntos? ¿Cómo manejaremos nuestra relación y la educación de nuestros hijos?

Igualmente, debe haber un sano desprendimiento de la familia de origen: “No haremos las cosas al estilo de tu familia o de la mía. Generaremos un nuevo estilo; el nuestro, completamente original”.

Dentro de dicho proyecto deben ponerse, por tanto, límites claros respecto de la intromisión de los familiares y amigos. Hay padres que, tal vez bien intencionados, dan dinero y regalos a sus hijos casados, impidiendo con esto el desarrollo natural de la nueva familia. Al hacerlo, de alguna manera están comunicando este mensaje: “A ustedes les falta. No pueden”. Tales padres deben considerar hacer el mayor bien posible con su apoyo, y muchas veces, la mejor ayuda que pueden ofrecer es no ayudar en absoluto. Así el mensaje será: “Ustedes pueden salir adelante por sí mismos; así lo creemos con firmeza; esfuércense y lo lograrán”.

El manejo del dinero y la importancia que le dan a éste es un tema que debe dialogarse con amor y sinceridad. Es una locura gastar más de lo que ingresa a casa. El hombre ha de sincerarse diciendo cuánto es lo que gana cada mes, y ella ha de prometer usar todo lo que entre al hogar de la mejor manera posible, sin desperdicio y por el bien de toda la familia. Incluso cuando ambos aportan económicamente al gasto, conviene tener un fondo común al que va todo lo ingresado y del cual se administran los gastos del hogar.

Para llegar a saludables conclusiones en pareja se hace imprescindible el diálogo, la planeación, la preparación.

Amigos y familiares podemos ayudar a fortalecer los matrimonios invitando a las parejas a Cursos, Conferencias, Retiros, Encuentros. ¡Tenemos una Iglesia que es Madre y Maestra! Acudamos a ella en momentos de incertidumbre y oscuridad.

Fuente: Lupita Venegas

Psicóloga

www.valoraradio.org

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