Jesús supo tratar a la mujer con respeto y dignidad. PARTE 2
En fin, la mujer se consideraba como posesión del marido. Estaba obligada a las faenas domésticas, no podía salir de casa sino a lo necesario y convenientemente velada, no podía conversar a solas con ningún hombre so pena de ser considerada como indigna y hasta adúltera. Ante cualquier sospecha de infidelidad, debía someterse a la prueba de los celos (cf. Num 5, 12-18). En caso de poligamia (1)que siempre era poliginia (2)estaba obligada a tolerar otras mujeres y podía recibir el libelo por las razones más fútiles. Siempre se atribuía a ella la esterilidad de la pareja. La discriminación en caso de adulterio era radical. Esta humillación llegaba en algunos campos, sobre todo, en el campo religioso, a situaciones increíbles. Tres veces al día todo judío varón rezaba así:”Bendito seas tú, Señor, porque no me has hecho gentil, mujer o esclavo”. A lo que la mujer debía responder, agachada la cabeza: “Bendito sea el Señor que me ha creado según su voluntad”. Y el rabinismo de la época de Jesús repetía tercamente que”mucho mejor sería que la Ley desapareciera entre las llamas, antes que ser entregada a las mujeres”.
Este era el mundo en que se movió Jesús. Estas, las costumbres en las que fue educado. ¿Compartió Jesús estas discriminaciones?
Jesús y la mujer
Partiendo de los Evangelios, ¿qué características tienen las mujeres?
Trabajadora: Compara el Reino de Dios a una mujer que trabaja en la casa, que pone levadura en la masa y prepara el pan para la familia (cf. Lc 13, 20-21). Por tanto, nada más lejos de la mujer que el espíritu de comodidad, la pereza y la vida fácil y regalada. En el alma de toda mujer campea la capacidad de sacrificio y de servicio.
Cuidadosa, atenta y solícita: así como una mujer barre la casa, busca por todas partes para encontrar esa moneda perdida, así es Dios Padre con nosotros, hasta encontrarnos (cf. Lc 15, 8-10). Son características propias de la delicadeza femenina.
Por: P. Antonio Rivero, L.C. | Fuente: Libro Jesucristo