CONTINUACIÓN del artículo anterior
Al enfermarte, sólo existen dos opciones: Recurrir a los medicamentos tradicionales (fármacos) o abrir su “botiquín de medicamentos naturales”
La primera consiste en recurrir a un médico farmacéutico o a un terapeuta alternativo, con la “ventaja” de no tener que cambiar tus costumbres alimenticias y vivenciales. Podrás seguir comiendo y bebiendo lo que acaricia tu paladar, acostarte tarde o trasnochar, recurrir a los cosméticos, champús, colorantes para el pelo o pintalabios que te embellezcan, seguir tomando alcohol o fumando, continuar cocinando en ollas de aluminio o en hornos microondas, y no parar de utilizar tecnologías fatales como los teléfonos celulares. Pero las desventajas serán que tendrás que recurrir de por vida a médicos y seguir consumiendo drogas farmoquímicas; que exista una buena probabilidad que te sometan a cirugías, que cosecharás una vida que solo logró una mínima parte de lo que hubiese rendido con una actitud más disciplinada, que envejecerás precozmente y tendrás una muerte prematura.
La segunda opción consiste en interpretar rectamente “las señales de protesta” –las “enfermedades”- que el cuerpo te envía por el maltrato que recibe, y en aportar valientemente las debidas correcciones a tus erróneas costumbres alimenticias y vivenciales. Con el resultado que tu vida se transforme a fondo, y que no solo te sanes, sino que rejuveneces espectacularmente; se incrementa tu rendimiento laboral; rebosas de una vitalidad desbordante; guardas una piel lozana como una rosa, hasta una edad avanzada y te ves gratifi-
cado con una existencia sobresaliente, que deja una huella profunda en el corazón de Dios y en el de los hombres.
¡EL ÚNICO CAPAZ DE CURARTE ES EL PODER “AUTOCURATIVO” DE TU PROPIO CUERPO!
Fuente: Los Secretos de una Magnífica Salud, Antoine Lootens Impens