SER APÓSTOL O HACER APOSTOLADO
Qué, ¡¿me dices que quieres hacer apostolado?!, déjate de eso, ¡se apóstol!, palabras de P. Acevedo. Palabras hondas y profundas, con las que tal vez podamos meditar.
Hacer apostolado, tener la vida muy pero muy ocupada, la agenda llena, en la boca siempre las palabras: no tengo tiempo. ¡Pero como crees, no puedo, tengo un montón de apostolados!. Hacemos, hacemos, hacemos, y ¿Cuál es nuestro fin?, ¿nuestro propio lucimiento?, ¿ver lo importante que somos?, ¿lo ocupados que estamos?.
Porque SER apóstol, es llevar a Jesucristo en el alma, en el cuerpo, en la sangre. Porque ser apóstol, es vivir, convivir, disfrutar y gozar, de cada día, cada hora, cada instante, porque cada instante tiene un sabor de Eternidad.
Porque ser apóstol, es llevar a Cristo y a María en la mirada, en los ojos, en las pupilas, y ver con esa mirada a nuestro prójimo.
Porque ser apóstol es reunir las fuerzas suficientes cada mañana para dedicar mi día entero y mi trabajo, que es lo que me lleva a la Santidad.
Porque ser apóstol es ser líder en mi campo, es descubrir que cuando veo a un hombre o a una mujer, veo más allá de ellos y veo a un hijo de Dios.
Porque ser apóstol es estar presto en lo que se me necesite, en las grandes obras y en los pequeños encargos.
Porque sin importar la edad, el sexo o la condición, ni el tiempo, ni el status, en fin, sin importar nada…… Hoy, en el umbral del Siglo XXI, o se ES APÓSTOL, o no se es nada.
Fuente: Lic. Maruca Serrano de Ortega